Reencontrando a Truffaut

Durante el mes de octubre la cineteca nacional esta desarrollando un completo ciclo dedicado a uno de lo más importantes personajes de la cinematografía francesa: Francois Truffaut. Y digo personaje y no cineasta, porque además de ser un notable realizador, Truffaut fue también un influyente crítico e investigador cinematográfico, logrando importantes aportes a la renovación del cine mundial tanto detrás de cámara como delante de su máquina de escribir.

Truffaut fue un adolescente rebelde que encontró en el cine, y en la figura paternal del gran teórico cinematográfico Andre Bazin un cause para su vida, transformándose rápidamente en una de las figuras centrales de la trascendental revista Cahier du Cinema y luego en el padre de “la nueva ola francesa”.

Como crítico y junto a sus compañeros de Cahier, Truffaut fue uno de los primeros defensores de la política de autor. Hecho realmente radical en un momento en que en el trabajo del director era considerado el de un buen artesano al servicio de las decisiones de los estudios cinematográficos. Truffaut y compañía supieron demostrar en sus escritos que el trabajo de cineastas como Welles, Hitchcock, Firtz Lang o John Ford era tan personal como el de un pintor o un escritor, frase que nos parece obvia hoy, pero que hace cincuenta años era diga de escándalo.

También como escritor Truffaut nos regalo uno de los más deliciosos libros relacionados con el séptimo arte: “El cine según Hitchcock” en donde el francés recoge más de 50 horas de amena conversación acerca de técnica y contenido de la extensa filmografía de Sir Alfred.

En 1954 Francoise Truffaut escribe un articulo titulado “una cierta tendencia del cine francés” –considerado hoy la piedra teórica en que se levanto la Nouvelle Vague- en donde crítica duramente el academicismo y la literalidad del cine francés de ese momento. En 1959 Truffaut pasa del dicho al hecho con su película “Los 400 golpes”, ganadora del festival de Cannes ese año y tarjeta de presentación al mundo de esta nueva ola que sacudiría la manera tradicional de hacer cine.

Lo que la Nouvelle Vague aporto fue un mayor dinamismo y libertad a la hora de filmar. Sacó las cámaras a las calles, bajó los costos de producción, se independizó de los estudios y puso la mirada personal del creador por sobre los grandes temas novelescos que hasta ese momento habían reinado en el cine francés.

Prueba de este cambio radical serán además de “Los 400 golpes”, películas notables como “Disparen al pianista” y “Jules et Jim”, que podrán ser disfrutadas durante este mes en la cineteca nacional, junto a otras cintas un poco más tardías –igualmente destacables- como “Domicilio conyugal”, “El ultimo metro” y “Besos Robados”.

Una oportunidad de encontrarse con uno de esos escasos creadores que demostró que del dicho al hecho hay un trecho que con talento y esfuerzo se puede cruzar exitosamente.