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Tuesday, September 25, 2007

Chile Amnésico

Entre las cientos de funciones que se realizaron en el contexto de la tercera edición del Festival de Cine de Santiago hubo una particularmente significativa para la memoria cinematográfica chilena. El jueves 16 de agosto se desarrolló la primera exhibición de la versión recién restaurada de la película “El leopardo” filme realizado en 1926 por el cineasta español avecindado en Chile, Alfredo Llorente Pascual.

Entre la avalancha de películas y noticias derivadas del Sanfic, este acto paso casi desapercibido por la prensa y el público en general, aunque se trate de una noticia tremendamente relevante, nada menos, que para la memoria de nuestra nación. ¿Por qué? Porque si creemos que el cine es parte no sólo de nuestro patrimonio cultural, sino además signo de nuestra identidad y material de nuestra memoria: Chile es un país amnésico.

Se sabe que las primeras experiencias cinematográficas nacionales se desarrollaron en 1902, a este periodo experimental le siguió una muy fructífera época de realización de cine mudo en Chile que se extendió hasta finales de los años 20 y en donde se calcula que se realizaron más de 81 largometrajes, de todos ellos hoy se pueden ver solamente tres: “Canta y no llores corazón”, “El husar de la muerte” y, recién a partir de este mes, “El Leopardo”.

Uno podría suponer que la distancia temporal y la precariedad de los medios impidió conservar estas películas tan antiguas, pero la situación no mejora con respecto a las cintas más recientes. Actualmente tampoco se puede acceder a un número significativo de filmes desarrollados en Chile anteriores a la década del sesenta.

Y aún más, no son muchas las cintas de los años sesenta y setenta que puedan exhibirse hoy sin dificultades. Todo esto porque la conservación del material fílmico requiere trabajo y recursos y la conciencia de todo esto es muy reciente. Son incontables la cantidad de películas que se perdieron irremediablemente por negligencia de sus dueños, de la sociedad chilena y del Estado.

Antes de la inauguración de la Cineteca Nacional, sólo la preocupación de unas pocas instituciones privadas –en donde sobresalen la Fundación Chilena de las Imágenes en Movimiento y el Cine Arte Normadie- permitieron conservar una fracción de nuestra memoria fílmica. Ahora tenemos Cineteca, es cierto, pero eso no significará ningún cambio importante para el rescate de nuestra cinematografía a menos que se le otorguen todos los recursos necesarios para restaurar las películas que tienen en conservación.

Rescatar los filmes y ponerlos a salvo es sólo un primer paso. Trabajar este material fílmico para que pueda ser nuevamente exhibido es un proceso largo y costoso, que requiere –muchas veces- de la intervención artesanal cuadro por cuadro del filme con tecnología inexistente en Chile, para sanar lo que el tiempo y la indeferencia han tardado años en dañar.

Sin este trabajo de rescate y restauración Chile se irá quedando no sólo sin las obras de nuestros anteriores artistas cinematográficos, sino sin el testimonio de nuestro propio desarrollo como nación, sin pruebas de nuestra experiencia, sin memoria.

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