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Tuesday, December 04, 2007

Del texto a la imagen en movimiento



Esta semana se anunció la producción de la adaptación cinematográfica de la notable novela del peruano Brice Echenique “Un mundo para Julius”, esto a sólo semanas del estreno en Estados Unidos de la película “El amor en los tiempos del cólera”, basada en el libro homónimo de Gabriel García Marquéz y que debería llegar a las salas chilenas a mediados del mes de enero.

Los amantes de la literatura latinoamericana –o por lo menos de estos dos autores- nos encontraremos entonces frente al dilema que ha acompañado al cine desde sus inicios: ¿Qué es mejor: el libro o la película? Pregunta a la que se han debido someter clásicos de la literatura, y de la cinematografía, como “Las uvas de la ira”, “Lo que el viento se llevo” o “El padrino”, sólo por nombrar algunos.

No se si sea apropiado comparar ambos productos. Aunque este ejercicio sea casi inevitable es necesario recordar que el lenguaje cinematográfico es absolutamente distinto del literario, tiene sus propias lógicas, sus propias posibilidades y limitaciones. Quizás sería más adecuado preguntarse si la adaptación al cine ha logrado mantener el espíritu que esta presente en el libro y si lo ha hecho de una manera que sea propia del lenguaje cinematográfico.

En este sentido la cinematografía mundial nos ha dado variados ejemplos de variadas estrategias al respecto. Hay quienes prefieren mantenerse lo más cercano al texto posible y centrarse en el argumento de la novela por sobre cualquier posibilidad de experimentación cinematográfica. Como por ejemplo, las más recientes adaptaciones de las novelas de Jean Austen: “Sensatez y sentimientos” y “Orgullo y prejuicio” o algunas de las más clásicas versiones fílmicas de las obras de Shakespeare como “El mercader de Venecia” de Michael Radford o las adaptaciones de Franco Zefirelli para “Hamlet” o “Romeo y Julieta”, pero es aquí mismo en donde podemos ver las variantes del mismo texto en manos de diversas opciones cinematográficas. Recordemos la versión de 1996 de Buz Luhrman para “Romeo + Julieta” que sitúa la acción en Miami y la filma en ritmo y con recursos de video clip o – a miles de millas de distancia- el “Otelo” de Orson Welles en donde las posiciones de cámara, la iluminación y el montaje están al servicio de una reflexión oscura respecto al amor y al poder.

En otra esquina están también aquellos autores que se han acercado a novelas que por su construcción barroca y centrada en el lenguaje mismo, parecen imposibles de llevar al cine. Allí tenemos a los más arriesgados a aquellos capaces de torcerle la mano al argumento y utilizar todos los recursos a su disposición para armar una propuesta nueva y absolutamente cinematográfica: como ejemplos podemos citar “El tiempo recobrado” de Raúl Ruiz, basada en la obra de Marcel Proust y “Almuerzo Desnudo” de David Cronenberg, sobre la novela de William S. Burroughs.

Así, cine y literatura continúan con su largo romance. Relación que ha dado a luz a muchos hijos, algunos más nobles que otros. Algunos más exitosos que otros. A nosotros nos queda el deleite doble como lectores y espectadores, de ser seducidos por una película a leer el libro o desafiados por la novela para ver la película.

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